Alicia, la revolucionaria
Apareció hace unos meses con una imagen de Obama a las espaldas y el lema 'Ilusión'. Quería convencer a los catalanes de que su PP también busca la revolución.
Pero, si le preguntas, apunta a que un presidente negro en EEUU no es
la revolución culminada. La auténtica cree que hubiera sido que una
mujer, blanca o negra, fuera la nueva presidenta. A ello aspiraba esta
hija de emigrantes –de Ciudad Real y Andalucía–, única candidata de la
Generalitat junto a la que pudo ocupar un día su lugar, Montserrat
Nebrera. Un reto mayúsculo que pese a no culminarse no esconde que el
Partido Popular a su mando se afianza como la tercera fuerza política en
Cataluña.
Barcelona alumbró hace 43 años a Alicia Sánchez-Camacho y en Barcelona pugna por ser decisiva en la formación del próximo Govern,
pero su mundo es más pintoresco, anclado al norte y siempre lo acaricia
la enajenada tramontana. Por el barrio de Sa Massaneda, en Blanes,
correteó y practicó todas las piruetas que aprendió en sus clases de
danza hasta que el mundo de los mayores llamó a la puerta. Con 18, como
mandan los cánones, emigró a la capital catalana para escalar hasta el
máximo nivel del funcionariado de carrera, convertirse en jueza
sustituta, cargar su maleta de americanas –su atavío imprescindible, el
odiado son los sombreros– y sacar billete de ida y tardía vuelta para la
capital administrativa del mundo: Washington.
De camino a esa tierra de estrellas y barras descubrió que los
aviones no son lo suyo –se ha propuesto hacer terapia para vencer su
aerofobia cuando acabara la campaña–. Superado el susto, ejerció de consejera laboral en la Embajada Española y delegada de la ONU en Nueva York.
Cargos que muchos ignoran que ostentó y ella abandonó con resignación
–aún confiesa que los añora– y la misma diligencia cuando un Javier
Arenas ministro de Trabajo la recondujo hacia sus orígenes, hacia la
presidencia del PP de Girona. Regresó con el inglés que quiere que su
hijo aprenda en un sistema educativo trilingüe y el consuelo de que le
esperaban esas gambas que devora con tanta avidez como bebe Coca-Cola.
Con mucha.
Esta Tauro, la menor de cinco hermanas, no concibe la política como profesión, aunque la lleve ejerciendo media vida.
Entre 1999 y 2004 ya pisó el Parlament al que ahora quiere regresar.
Era portavoz de los ‘populares’ en Cataluña y diputada. Los siguientes
cuatro años ocupó escaño en el Congreso y, desde 2008, en el Senado. Fue
el año en que se alzó presidenta del PPC, imponiéndose a su única pero
bregadora contricante, la díscola Montserrat Nebrera. Entre idas,
venidas y negociaciones de pasillo se fue olvidando de un sueño que sólo
recuperaría si dejase la vorágine de la política: ser arqueóloga. Por
el momento, tiene aparcada la pala en favor del iPhone y el iPad, a los que confiesa aún estarse acostumbrando.
Hace tres años dejó de ser diez días Sánchez-Camacho para ser sólo
Alicia. Son las jornadas que pasó de baja tras traer al mundo a Manuel, su hijo. Lo hizo en solitario, como lo cuida, tras una fecundación in vitro.
Una última opción que ejecutó a los 39 años tras un divorcio y que,
pese a que muchos consideran incompatible con los idearios de su
partido, ella defiende a capa y espada. Lo hace, además, siendo
creyente. ¿Y sus hobbies? Manuel, Manuel y Manuel. A él dedica lo que no
dedica a sus electores. Aunque, tras el 28-N, cumplirá la promesa de
llevarlo a Disneyland a cambio, quizás, de que él le acompañe en su
pasión aparcada, la pesca, cuando tenga fuerza para tirar del sedal.
Otras confesas pasiones son engullir las letras de García Lorca, Simone Beuvoir, Sandor Marai o Josep Pla. Este
verano vibró como pocos con la Roja, algo compatible le pese a Laporta
lo que le pese, con su amor por el Barça, de quien es devota.
En su agenda no caben animales, aunque le gustaría reservarle un lugar
en su piso, que no casa, del Eixample. La gimnasia que descubrió en la
infancia comparte ahora espacio con la natación, cuando el ejercicio
físico cabe en la locura electoral. Ahora que las urnas le dan el visto
bueno, seguro que lo celebrará con Lennon a todo trapo. Y, claro, lo
celebrará con 'Woman'.
2 comentaris:
Bulímia és el que et provoca? El que li desitges?
El fet de llegir, llegir, llegir, de forma compulsiva aquesta merda per acabar-ho vomitant.
El redactat m'ha recordat a la forma de parlar de la veu que anava documentant el NO-DO.
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